Hacer este proceso me ha supuesto todo un reto. Un reto duro pero muy positivo. Entender cómo funciona tu cerebro, cómo funcionan tus emociones ha sido el punto clave de mi recuperación. Antes de empezarlo estaba en un punto donde no conseguía disfrutar de la vida ni ser feliz. Por problemas en el trabajo y miedos condicionados, apenas podía salir a la calle y mucho menos estar a gusto si lo hacía. Tenía mucha ansiedad, y todo me producía un sufrimiento profundo ( discusiones familiares, hacer cosas que no quieres hacer, incluso las cosas que sí quería hacer) Era un bucle a más sufrimiento, más ansiedad. El proceso ha sido un punto de inflexión, he aprendido a lidiar con mis pensamientos negativos y a empezar a tener pensamientos bonitos. He aprendido a quererme tal y como soy, que un fallo no te define, es una gran oportunidad para aprender. No sé si existe la perfección pero aún así ya no la quiero. He aprendido a ponerme en el centro, a amarme a mí misma primero ya que para poder amar a los demás de una forma altruista y sincera primero tengo que hacerlo conmigo misma. Pero no todo es un camino de rosas, sigo luchando por frenar mi orgullo y a mi ego. Mi ego aprovecha la más mínima ocasión para coger la batuta y dirigir la función. Muchas veces se presenta y no me doy cuenta, pero día a día soy más consciente de qué pasa y cada vez lo detecto más rápido.
Resumiendo, ahora soy feliz (con mis ratos, claro) y lo más importante, puedo salir a la calle y disfrutar.