No me quieras tanto y quiéreme mejor
¿En qué tipo de sociedad vivimos para que se haya normalizado el amor mezquino?
Hemos idealizado el amor, lo hemos romantizado y lo hemos hecho hasta tal punto que nos hemos erigido dioses que esperan el sacrificio de las personas que les adoran. Nos hemos convertido en imbéciles afectivos. No me malinterpretes, la palabra imbécil en su origen viene del latín imbecillis, que significa débil, dependiente.
In que indica la ausencia de algo y becilis, que es el diminutivo de baculum, qué significa bastón, símbolo que se asociaba a la autoridad y a la sabiduría.
Así que un inbecillis o inbaculum era alguien, débil, dependiente, que no tenía capacidad de sostenerse por sí solo.
Y es que es muy normal que nos hayamos convertido en imbéciles afectivos, dado que nos hemos creído esa metáfora que nos hace vernos como seres incompletos, somos medias naranjas, buscando la otra parte que nos completé.
Con esta idea en la cabeza, no amamos, nos apegamos. Le ponemos condiciones al amor, ya sea con los hijos, la pareja, los padres, da exactamente igual.
“Mi pareja, mis hijos, si de verdad me quieren se sacrificarán por mí.”
Y nada más lejos de la realidad, el amor tiene que ver con la libertad, con la idea de que la otra persona es libre de hacer o no, es libre de elegirme o no, no tiene ninguna obligación de estar conmigo, pero me sigue eligiendo.
El otro tipo de amor, el mezquino, habla de dependencia, de inseguridad, de falta de autoestima, elementos además que proyectamos sobre los otros, haciéndoles a ellos responsables de nuestro malestar, cuando se convierte en una prisión asfixiante, como una pequeña habitación que va menguando poco a poco, y donde el placer de compartir, se convierte en la obligación de hacer por el otro, olvidándote de ti mismo.
El amor estaría más relacionado con la idea de crecimiento, de desarrollo, de mejora del otro, aunque tú no entres en sus planes.
Como dijo Mario Benedetti:
“ Me gustaría pasar el resto de mis días, con alguien que no me necesite para nada, pero que me quiera para todo”
Se trata de compartir un recorrido que no tiene por qué ser trazado por uno, cada uno puede tener el suyo propio, y la alegría que te produce el hecho de que la otra parte vaya alcanzando sus objetivos. Eso, eso es amor.
Hay que huir de un imbécil afectivo, como dice esta cita, cuyo autor desconozco:
“ Apuesto con todo mi corazón por nosotros. Pero si vas a forzarme a elegir… Entre tú y yo… Yo “