Cómo (te) hablas

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Existen palabras que merman nuestra capacidad de reflexionar y de actuar, bloquean en cierto modo nuestro cerebro, tensan nuestro cuerpo y hacen que entremos en una emoción displacentera tan sólo con oírla

Se ha escrito en muchas ocasiones que puede más la pluma que la espada.


Imagina que cambiando tu forma de hablar, tus palabras consigues que cambie tu realidad. Parece mentira ¿verdad?


¡Pues no lo es!


Las palabras tienen un grandísimo poder.


De hecho ¿qué enunciado crees que resolverías mejor?


Te propongo un problema


Te propongo una adivinanza o enigma.


Sin lugar a dudas elegirías el segundo y es que la palabra PROBLEMA conlleva una connotación negativa porque cuando algo no me va bien o sale mal, lo que tengo es un "problema".


Existen palabras que merman nuestra capacidad de reflexionar y de actuar, bloquean en cierto modo nuestro cerebro, tensan nuestro cuerpo y hacen que entremos en una emoción displacentera tan sólo con oírlas.


Un ejemplo es el verbo INTENTAR.


Intentar denota falta de confianza en conseguir aquello que se intenta hacer. Curiosamente cambiando el verbo por procurar o directamente hacer, nuestras posibilidades de éxito aumentan, porque nuestro cerebro crea nuevos escenarios.


¿Qué estás haciendo?

  • Intento aprender a nadar
  • Procuro aprender a nadar
  • Aprendo a nadar


Cuando utilizamos las palabras adecuadas somos capaces de cambiar la perspectiva de las cosas.

Hay una frase que dice que las cosas cambian según los ojos o el color del cristal con el que se mire. Con las palabras ocurre lo mismo. La forma que tengamos de usar las palabras hace que cambien las cosas.



Nuestra capacidad de hacer es proporcional a la de creer que podemos hacerlo


Es decir un "NO PUEDO" y automáticamente nuestro cerebro echa el cierre. Y en cierto modo es normal, para qué se va a esforzar si ya le he dicho que no hay ninguna posibilidad. Cambiar ese "no puedo" por ¿cómo puedo hacerlo? ¿qué puedo hacer? ¿qué me aconsejarían...para hacerlo? activa automáticamente nuestro cerebro que cual buscador de internet me empieza a llenar de posibilidades.


Las palabras, nuestras propias palabras nos limitan y también pueden limitar a otros, incluso a las personas que más queremos.


Roger Bannister fue un atleta mediofondista ingles que pasó a ser conocido como el primer hombre en bajar de los 4 minutos al correr la milla (1609 metros). Este hombre desafió a los médicos, comentaristas deportivos, periodistas... que dijeron que el ser humano no podía bajar de este tiempo sin colapsar. Roger trabajó durante meses en la pista, pero más aún en su mente creando esa realidad y el 6 de mayo de 1954 logró la victoria en la milla con un tiempo de 3:59,4.


Roger Bannister no permitió que nadie le pusiese límites.


Curiosamente, tan sólo 46 días después el atleta australiano Jonh Landy bajo el tiempo de la milla a 3:58,0.


Bannister no sólo rompió sus límites sino que ayudó a otros a que también los rompieran.


Cuida tus palabras y mejorarás tus pensamientos


Cambia tu forma de hablar y cambiarás tu forma de pensar