Contanto una de miedo...

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Cuando nos emocionamos, nos volvemos más tontos.


Es muy gracioso estar contemplando a personas mientras están viendo una película de miedo, observar cómo van dando indicaciones al protagonista que hace caso omiso de ellas ante el enfado monumental del "asesor". No vayas por ahí.... no bajes al sótano.... elige al simpático.... no abras la puerta... coge el cuchillo....


Esto pasa también en dramas cuando el/la protagonista toma una decisión que todo telespectador sabe que no va a ser beneficiosa para sí misma. 


O ¿qué me dices de cuando el protagonista se enfada con la otra "estrella" por una situación que tenemos bien claro que no tiene sentido? 


En todas estas situaciones nos enfadamos, nos burlamos, no entendemos por ninguno de los medios por qué actúan de esta manera pero claro, nosotros como espectadores estamos evaluando la situación desde la comodidad de nuestro asiento y utilizando nuestro cortex prefrontal, es decir, desde la razón, desde el análisis, mientras que el protagonista del evento, lo está haciendo desde la emoción, desde su sistema límbico. 


Piensa en todas esas cosas que has podido hacer cuando estabas emocionado, tantos eran emociones agradables como desagradables. 


  • Me enfado con mi pareja y como mi pareja ha hecho la comida, pues no como (quedándome yo sin comer) 


  • Estoy enamorado de esa persona, como todavía soy "invisible" para ella voy a saltar desde el puente con los otros saltadores habituales para llamar su atención. 


  • Tengo miedo a la oscuridad, pero si me tapo bien con el edredón hasta arriba, siento que su peso me protege y de esa manera no me puede pasar nada. 


  • No necesito comprar eso, pero está tan barato que cómo voy a dejar pasar esa oportunidad. 


  • Sé que eso que asoma detrás de la mesa es un cable del teléfono pero por si acaso voy a ir con la escoba. 


Todas estas respuestas no parecen muy inteligentes ¿verdad? 


Nuestro cerebro funciona así.

Cuando se activa el límbico, se desactiva el cortex prefrontal y a la inversa exactamente igual, de modo que cuando nos emocionamos, nos volvemos más tontos, sin capacidad de reflexionar, al igual que cuando estamos con el cortex prefrontal activo nos cuesta mucho más emocionarnos. 


¿Entiendes ahora por qué nos hace tanta gracia los monólogos sobre películas americanas de Goyo Jiménez? 


Vemos al protagonista actuando desde la emoción y vemos lo absurdo de sus reacciones y de su comportamiento desde la razón. 


Así que recuerda, antes de tomar una decisión pregúntate si lo haces desde un lado (el emocional) y te conviertes en el prota de una peli de las que habla Goyo o lo haces desde el sitio correcto.