Querer tomates cuando la vida te da pimientos

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A veces sufrimos por querer cambiar lo que no podemos cambiar

Sufrimos y nos empeñamos en seguir haciéndolo.

¿Por qué?

El engaño del ego es tan grande que no somos conscientes de todas aquellas circunstancias en las que pudiendo remar a favor de la situación lo hacemos en contra.

Entender esto puede que sea complicado, de hecho lo es porque lo que voy a decir seguramente no te guste y de ello surja la complicación.

ERES CORRESPONSABLE DE TUS CIRCUNSTANCIAS Y ELLAS ESTÁN AHÍ PARA QUE APRENDAS ALGO. 

¿Qué es lo que tienes que aprender?  

Puede que sea superar un miedo, tomar una decisión, decir no, decir sí, decidir, responder, actuar, parar, ignorar, dejar pasar, no tomarte algo como personal, no complacer, aprenderte a amar, no compararte, valorarte por lo que eres y no por lo que haces, interactuar con gente diferente a ti, conectar con tus emociones, …

Quién sabe…

Lo que sí sé es que vas a tener que aprender a ACEPTAR ALGO QUE NO PUEDES CONTROLAR y que de momento te hace sufrir o te genera frustración porque aún no has entendido.

Y ¿qué es lo que te frustra?

Pues todo aquello que sucede y que no coincide con tu forma de ver las cosas. Y es que el Ego siempre quiere y cree tener razón.

Y es aquí donde vuelve el Ego con su buenismo egoico y te dice pues si no te gusta ¡cámbialo o pide a esa realidad que cambie!  

Pero la realidad es la que es, Neutra, no la puedes cambiar  y esto es lo complicado de entender cuando esa realidad me causa dolor 

¿Cómo puede ser neutro algo que me duele?

Pues de la misma manera que lo es cuando no te duele y te hace sonreír.  Porque es sólo la interpretación que tú haces de lo que sucede lo que te causa dolor o no.

Si creyendo comprar semillas de tomate, plantas semillas de pimiento, la realidad neutra te dará plantas de pimientos y pimientos para comer. De nada te sirve desear que sean tomates porque las plantas seguirán allí, de nada te servirá pedir que la planta de pimientos te dé tomates porque te dará pimientos. Podrás pensar que el de las semillas me engañó, podrás pensar en la mala suerte que tienes, y entonces esa realidad te causará dolor. O podrás cambiar la realidad a tu favor, agradecer que tienes pimientos y es importante que también aprendas a cuidarlos, valorarlos, incluso a ver que a veces dan menos problemas en el cultivo que los tomates, y si no te gustan pues igual tienes la suerte de poderlos intercambiar por unos buenos tomates o de buscar recetas alternativas donde poderlos introducir para que poco a poco les vayas cogiendo el gusto. Porque la realidad está ahí para que aprendas a mirar de otra forma.

En las relaciones personales también plantamos semillas. 

A veces donde creímos plantar tomates crecen pimientos, pero el pimiento no crece porque le da la gana, crece porque previamente lo he cultivado y regado. Seguro que has puesto toda tu mejor intención, que le has buscado un buen sitio donde crecer con todas las necesidades cuidadas al milímetro, pero el pimiento está ahí y una vez que lo tienes vas a sufrir si deseas que se convierta en tomate, si deseas que cambie su color y sabor, porque es un pimiento. 

Puede también que esa semilla llegue a tu huerto y comience a crecer y desees y desees que se convierta en tomate pero ¡sorpresa! Es un pimiento grande, verde u espléndido que ha venido a cambiar tu vida a mejor, a enseñarte algo que necesitas aprender.

¡Y qué pasa cuando no aceptas esa relación con un pimiento porque querías y estabas esperando un tomate! Pues que sufres y como te niegas a prender a valorar el pimiento la vida te irá dando cada vez más pimientos.

Sólo cuando aceptas que es un pimiento y que sabe a pimiento,  puedes empezar a trabajar con ello en ti y buscar nuevas recetas que te permitan interactuar con este fruto. 

Sólo cuando aceptas a los demás por quienes son, con todas sus actitudes y circunstancias, empiezas a buscar formas de relacionarte con ellos y no para que no te afecten sino porque como ya has aceptado que es lo que es ,no esperas que actúen ni sean de otra manera y es por ello que no te afecta. 

Cuando desaparece la expectativa y deseo es cuando dejo de sufrir, porque entiendo que todo vale y no puedo controlar lo que el otro hace o deja de hacer.

Y podrá suceder que en un determinado momento haya un pimiento que no te acabe de gustar, pero no será por él, es tu paladar el que siente el desagrado y no tiene nada de malo dejar de comerlo. Quizá no sea el momento para ninguno de los dos.