Cuando reaccionas no lo haces a tu interlocutor, sino a lo que tu mente te dice del mismo.

Decía Buda

"El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional"

Y realmente es así. El dolor forma parte de la vida y sabiendo que en nosotros está la capacidad de decidir si sufrir o no, nos olvidamos y hacemos caso omiso a esta enseñanza, dejando que sea la mente la que juegue con nosotros, enviándonos pensamientos de todo tipo que nos hacen sufrir.

Estos pensamientos además generan la forma de comportarse, el lenguaje verbal y no verbal.

Cuando reaccionas no lo haces a tu interlocutor, sino a lo que tu mente te dice del mismo.

Cuando te viene a la cabeza lo que crees que alguien debería haber hecho, cuando piensas en ese nuevo compañero de trabajo y lo difícil que va a ser relacionarte con él... Inevitablemente tu cuerpo se tensa, tus emociones se mueven entre rabia y asco y los gestos semiconsciente o inconsciente son de rechazo o de cierre.

En realidad no ha pasado nada, ni siquiera ha habido tiempo de contacto suficiente para saber si esa persona puede ser o no de una u otra manera y el tipo de relación que puedes llegar a tener, pero tu mente ha creado una realidad alternativa que te has creído y por lo tanto tu emociones se alteran y tu cuerpo actúa en consecuencia.

Es aquí donde toma importancia la observación en la comunicación ya sea verbal o no verbal.

Cuando te observas te puedes cuestionar este tipo de pensamientos y sólo así puedes conseguir gestionar la situación en base a la realidad, una realidad que siempre es neutra, haciendo que tu lenguaje y comportamiento sea el adecuado, el pertinente para cada caso concreto.

No podemos ser marionetas de nosotros mismos, tenemos la opción de elegir.