Vivimos en la sociedad de bienestar, ¿tener por encima de ser?
¿Ha perdido la sociedad sus valores?
¿Nos centramos tanto en lo material que hemos perdido gran parte de nuestra humanidad?
Solo tenemos que comparar nuestra sociedad con la de hace 30 o 40 años. Las personas conocían a sus vecinos y no solo los conocían, interactuaban con ellos, sabían de ellos y se preocupaban por ellos. Y no estoy hablando de pueblos, donde esto aún estaba más marcado y donde probablemente hoy en día pueda seguir sucediendo, sino de grandes ciudades, donde si te habías quedado sin algo para cocinar, no tenías ningún problema en ir a pedir la vecina.
Se vivían las cosas en familia, las vacaciones, el deporte infantil, las extraescolares, incluso el alternar un domingo. Había interés y comunicación con el otro. Los niños se sentían protegidos y queridos, salían de sus actividades y ahí estaban los padres esperando. Cada logro familiar era una celebración y se podía sentir la unión, la pertenencia.
A día de hoy hemos sustituido esos valores por lo material, por tener, y eso exige tiempo.
Antes los niños iban a esas actividades porque les atraían, ahora es para ocupar el tiempo hasta que los padres se liberan de sus quehaceres.
Estamos en la era de la comunicación y nos comunicamos menos que nunca, móviles, plataformas de televisión, hacen que podamos estar más cerca de los que están lejos, pero más lejos de los que están cerca.
Las habitaciones se han convertido en centros de aislamiento, en donde los distintos miembros de la familia se retiran para vivir ese mundo alternativo que nos ofrecen las redes sociales o la televisión.
Los vecinos son completos desconocidos por los que no tenemos el menor interés y nos preocupamos exclusivamente de tener. Solo les echamos el ojo cuando vemos que les traen una televisión enorme o cuando nos damos cuenta de que han cambiado de coche y entonces competimos.
Todo se ha vuelto lejano y ajeno.
El antiguo concepto de familia, ese bastión en el que podías apoyarte cuando tenías dudas o problemas ya no existe. Grabamos nuestras experiencias en móviles, grabaciones que no volveremos a ver más pero que podremos enseñar a otras personas para que se den cuenta del tipo de vida que llevamos, de cómo triunfamos pero mientras grabamos, se nos olvida vivir la experiencia.
Estamos con más gente y vivimos más solos que nunca, coches más grandes para familias más pequeñas, créditos hipotecarios a 40 años y parejas o matrimonios que no llegan a los cinco. Vivimos en un mundo en el cual, como si fuésemos ilusionistas, queremos aparentar una cosa para esconder otra. Buscamos estar alegres teniendo y cuanto más tenemos más infelices somos.
Y tú ¿qué opinas? ¿Debemos seguir en el tener o estaría bien volver a ser?