Que buscando la felicidad, encontró tan sólo la alegría

Erase una vez un cuervo que vivía obsesionado con las cosas brillantes.

Cosa reluciente que veía, cosa reluciente que se llevaba a su cubículo, pues esta era una costumbre que tenía desde bien jovencito.

A medida que fueron pasando los años lejos de apaciguarse su ansia ésta iba in crescendo.

-Eso sí, se decía, -cuando llene el nido, pararé.

Pero cuando llenó el primer nido, argumentó que el espacio era pequeño, así que cambió de sitio y trasladó todas las cosas a un espacio mucho mayor donde podría seguir acumulando. Parecía que nunca tuviera suficiente.

Los demás animales del bosque lo veían como un loco, siempre con la misma frase "cuando lo llene, me quedaré tranquilo". Pero cada vez que esto ocurría, cada vez que llenaba el nuevo nido buscaba un espacio mayor, de modo que la historia nunca acababa.

El cuervo pensaba y se repetía de continuo que cuando tuviera suficiente, cuando el nido estuviese lleno, se quedaría feliz allí observando todo lo que había conseguido en todos esos años de trabajo. Pero eso no llego a pasar. Su idea nunca la cumplió.

Un día dos jilgueros lo encontraron, ya mayor, muerto en el nido.

Esto es parecido a lo que le pasa al ser humano.

La sociedad nos ha vendido a la falsa felicidad, la del tener, la de la alegría. Y cuando uno se mueve en alegría se vuelve insaciable. La vida en alegría se transforma en la persecución del arco iris, tú quieres llegar, pero nunca llegas al final o al inicio del mismo.

Tienes, y crees que con tener ya va a llegar la felicidad pero eso no ocurre. Y es porque confundimos la felicidad con alegría o así nos lo han querido hacer ver.

La alegría genera necesidades y ¡Oh sorpresa! ¡Vivimos en una sociedad de consumo! ¡Por eso nunca es suficiente! Tener necesidad implica apegarse a las cosas

La felicidad quita las necesidades y eso no interesa.

Así que no hagas como el cuervo y cuando te descubras necesitando, cuestionate qué es lo que estás buscando

¿Alegría o felicidad?