Personaje

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Creamos personajes para diferentes situaciones de la vida.

Si buscamos el origen de la palabra personalidad nos daremos cuenta que ya desde su origen nos habla de dualidad. Proviene del latín personare, compuesto por la raíz per- (a través de) y -sonare (sonar)

 

Personare se llamaba a la máscara que utilizaban en los teatros romanos para interpretar diferentes obras. Esta máscara tenía dos funciones, la de hacer llegar al público la voz del intérprete, puesto que esta máscara era metálica y resonaba; y por otro lado mostraba la emoción en la que estaba en ese momento el personaje.


La dualidad queda representada en la necesidad de usar algo que hable por mi para de esa forma ser entendido y aceptado. 

Podríamos decir que esta dualidad se sigue manteniendo y que a día de hoy todos utilizamos un personaje o varios  para ocultar realmente quienes somos, para ser aceptados o encajar o por esa necesidad de pertenencia a un grupo. De alguna forma nos convencemos que por nosotros mismos no vamos a ser suficiente y que no vamos a gustar.

 

De hecho, no nos comportamos igual con nuestra pareja, que con nuestros amigos, y volvemos a cambiar en el ámbito laboral y dentro de éste impostamos diferentes personajes porque no tratamos igual con un cliente, que con un compañero que con el jefe.

Nos preocupamos tanto de nuestro personaje exterior que nos olvidamos completamente de quienes somos. Nos olvidamos de nosotros para mantener el personaje. De esa forma, en infinidad de ocasiones actuamos en contra de lo que realmente pensamos, haciendo cosas que en nuestro foro interno no aprobamos o las dejamos de hacer cuando realmente amaríamos hacerlas. 


Por eso es importante darnos cuenta de quién es uno mismo y quién es el personaje, la máscara que hemos creado para que nos represente y cuando, cómo y con quién la usamos.

 

Generalmente, y esto es muy curioso, el personaje muestra precisamente todo lo contrario a lo que nosotros somos y no tienen por qué ser características en positivo, que puestos a elegir sería la mejor opción, sino que pueden ser características negativas que nos ayudan a conseguir aquello que nosotros pensamos que no somos capaces de lograr por nosotros mismos.

 

De modo que la persona serena puede tener un personaje que se mueva en rabia, la persona segura puede desarrollar una máscara de inseguridad o incluso la persona equilibrada, puede ponerse una máscara de desequilibrio.

 

Conocerse, auto-observarse y aceptarse es lo que hace que dejemos de utilizar esa máscara para volver a hacernos personas, no personajes.


Mostrarnos vulnerables es lo que nos hace humanos y ¡qué curioso! nos pasamos la vida queriendo ocultar nuestra vulnerabilidad.