POR QUÉ DEJAS DE ACTUAR

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La brecha entre aceptar y resignarse, una llamada a la acción.

Juan está en el muelle. Nadar en el mar es su afición y es algo que hace durante todo el año sea invierno o verano.  Ya está cambiado y con todo lo necesario para lanzarse al agua: bañador, gorro, tapones, boya, gafas…

Lleva allí quieto unos 15 minutos y no termina de decidirse a la hora de ponerse a nadar, y es que son mediados de julio y los días anteriores ya había visto alguna carabela portuguesa, unas medusas consideradas como peligrosas. 

Juan  está paralizado por el miedo, tiene ganas de nadar pero ¿y si le pica alguna medusa? 

En ese momento aparece otra persona, echa un vistazo calibrando el estado de la mar y sin demasiados miramientos comienza a cambiarse, se pone su poncho, se deshace de su ropa y a continuación saca un traje de neopreno que se pone, no exento de dificultad. Acto seguido al igual que Juan, tapones, gorro, boya y se dirige a las escaleras del muelle.

En ese momento, Juan no puede evitarlo, le llama la atención y le pregunta:

- Disculpa, ¿sabes que se han visto carabelas portuguesas? En la voz de Juan se siente la preocupación y angustia… 

- El otro chico sonríe y le dice, - ¡sí!, ¡por eso me he puesto el traje de neopreno! Y sin mediar una sola palabra más, se lanza al agua y comienza a nadar, dejando a Juan pensativo.

Esto es la aceptación.

Cuando alguien recibe una noticia desagradable, como le pasa a Juan, por norma general, la tendencia suele ser moverse en resignación o en el mejor de los casos en tolerancia y estas dos tendencias nos llevan a una parálisis por análisis por un lado, además de, por otro lado, estar viviendo situaciones mentales apocalípticas durante todo este proceso. 

De hecho, puedes imaginar la cantidad de veces en las que en esos 15 minutos, Juan, en su mente, fue picado por esas dichosas medusas, la cantidad de efectos nocivos que esas picaduras tuvieron en él, hasta hubo un momento en el que sufrió un shock anafiláctico que casi le lleva a morir ahogado, todo esto mentalmente, claro.

La resignación o la tolerancia te lleva precisamente a no tomar decisiones, a no actuar y no buscar soluciones, mientras que por otro lado cuando entras en aceptación, como el otro nadador, lo único que haces es pensar: ”¡vale! Hay medusas, ¿qué puedo hacer para nadar tranquilo?

Cuando suceden cosas en nuestra vida en cualquiera de sus ámbitos, profesional o personal, generalmente la tensión, el rechazo que podemos sentir, no es por lo que sucede, sino por regodearnos en lo que podría suceder por resistirnos a lo que sucede.

Como dice la frase de Carl Jung “ A lo que te resistes, persiste, lo que aceptas te transforma”

La aceptación te lleva inmediatamente a buscar soluciones y entonces lo que ocurre, deja de ser un problema para convertirse en una circunstancia.

¿Cuál es tu opinión?