por qué soy como soy

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Las improntas y los gestos trans-generacionales. Conociendo el cerebro reptil.

Nuestras creencias y valores se instalan en nuestro cerebro desde que somos pequeños a partir de vivencias que tenemos o de mensajes tanto potenciadores como limitadores que personas de nuestro entorno nos regalan.


De hecho, muchas de nuestras creencias limitantes no son más que límites o creencias heredadas de nuestros padres.


Cuestionarnos nuestras creencias cuando creemos que no nos ayudan a conseguir nuestras metas, analizar de qué vienen, cómo se instalaron y cambiarlas, cuando sea necesario por otras más beneficiosas, hace que nos responsabilicemos de nuestra propia vida y por tanto que seamos más felices.


Al igual que las creencias existen IMPRONTAS.




Un olor (café, hierba, perfume...) un sonido (grito, melodia, ruido...) una imagen (cuadro, paisaje, persona...) que quedan registradas y activan nuestro cerebro reptiliano que es el que hace que se active a su vez el cerebro límbico (el de las emociones).


Esto explica en cierto modo, por qué somos capaces de retomar contacto con amigos de la infancia a los que llevamos tiempo sin ver y sentimos como si no hubiese pasado el tiempo, recuperando la complicidad de aquellos años. Y todo porque en ese momento nuestro Cortex Cerebral (el cerebro de la razón) no actúa, es nuestro reptil acompañado del límbico el que se emociona y nos devuelve a la época de la infancia, cuando las relaciones eran mucho más fáciles y no nos preocupábamos más que de ser, sin importar lo que los demás pensasen.


Y de la misma forma ocurre con los gestos.


Parte de nuestra gestualidad, GESTOS TRANS-GENERACIONALES, son gestos que heredamos de nuestros padres.



Rascarse una determinada parte del cuerpo ante una determinada situación, gesticular de una forma en concentra con las manos, inflexiones de voz e incluso micro expresiones.


Todas estas improntas que recibimos marcan nuestro carácter.


Lo positivo es que observándote y cuestionándote, puedes decidir con cual te quedas y con cual no.


En la lucha entre nuestros tres cerebros y en palabras de Clotaire Rapaille


"El reptil siempre gana"