Proceso Origami II

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¿Por qué resulta difícil identificar y controlar a nuestro EGO?

Algo que nos encontramos en los procesos de conciencia emocional o Procesos Origami, es la dificultad de identificar el ego.


Por una parte, está la parte teórica, ésta es fácil de entender, puesto que desde aquí simplemente observando los resultados de las cosas y la emoción en la que nos hacen entrar, rápidamente identificamos, si el ego ha tomado las riendas de la situación o por el contrario ha sido nuestro ser.


Si tus acciones te dejan un regusto amargo, en forma de resentimiento, culpa, frustración, crítica, juicio, tristeza, rabia, miedo, asco… Seguro que hay algo que vas a tener que revisar, pero no echando la mirada hacia afuera. Afuera no puedes cambiar nada, y no puedes cambiar a los objetos que haces responsables de esa realidad, puesto que lo único sobre lo que tienes poder de acción es sobre ti mismo y la percepción que haces de las cosas o de la realidad.


Malo sería que pudieses cambiar lo de afuera a tu antojo, puesto que no conseguirías aprender nada. La realidad está ahí para que aprendas y sólo cuando experimentas las cosas obtienes resultados de los que aprender.


La parte práctica es más complicada, porque principalmente exige más motivación y fuerza de voluntad, a la vez que exige poner la atención totalmente sobre nosotros ¡y eso no nos suele gustar! Lo realmente complicado de la parte práctica es darse cuenta y entender que los demás no son responsables de mi percepción, de cómo yo interpreto o recibo las cosas, sino que se trata de una cuestión personal que tengo que resolver conmigo mismo, puesto que es mi responsabilidad.

Lo mismo que nadie te puede hacer responsable de sus circunstancias y de sus elecciones (incluso aunque haya seguido tu consejo, puesto que la decisión de hacer es de él), tú no puedes responsabilizar a nadie de tus cosas, de tus enfados, de tus alegrías, desgracias o victorias.


Y como asumir totalmente la responsabilidad es duro, nos resistimos.

¡Que cambie el mundo! yo no; ¡que cambien los demás! yo no.

¿Sería más fácil así, verdad?


Pero la vida no es fácil, porque tenemos una serie de ejercicios a desarrollar, de los que aprender, y cuando echamos balones fuera, es como pretender que el examen lo haga otro por nosotros y colgarnos la medalla del resultado.


La resistencia al cambio es habitual. Las palabras que usamos pueden acentuarla o pueden mitigarla. Vigilar la forma en que nos motivamos o nos condicionamos. El lenguaje, las palabras pueden ser grandes aliados por el contrario enemigos destructores.


Se puede aprender y es lo que hacemos en nuestros Procesos Origami. Enseñar al Gami (o plegado) a darse cuenta de los pliegues que le limitan, ayudarle a deshacerlos y a que los vuelva a plegar correctamente para de esa forma gestionar correctamente cualquier tipo de situación.