¿Y si mañana no pudieses ver a esas personas que quieres?

Imagínate que mañana no supieras si vas a volver a ver vivas a las personas que quieres, o a personas de tu entorno. 

¿Cómo sería el trato con ellos hoy?¿ Te irías a casa enfadado? ¿ Dejarías de hablarles? ¿Mantendrías una discusión? ¿Dejarías de decirles lo que les aprecias?

Porque hablamos de ti, de tu enfado, de tus acciones, de tu emoción, no de la de ellos. 

¿Lo harías? 

Supongo que no, pero sin embargo todo el mundo lo hace y ¿ por qué? 

Porque tenemos la idea loca de que somos permanentes, que vamos a tener tiempo, que nos va a dar tiempo, y al igual que nosotros, lo pensamos de cada una de las personas con las que tratamos y a las que queremos.   

Muy probablemente después de leer esto estés dos o tres días especialmente sensibilizado con el tema, pero te aseguro que después de una semana volverás a olvidarlo (tu ego te hará olvidar).

La cuestión es que no somos permanentes, nadie, absolutamente nadie tiene la completa seguridad de que al día siguiente va a continuar vivo. Y precisamente por eso, cada mañana debería ser un momento de agradecimiento, porque tienes un día más y cada noche un momento de reflexión para constatar que no tienes ninguna rencilla o enfado con nadie que puedas lamentar el día de mañana. 

Esta misma reflexión nos puede servir también para llevarnos mejor con los demás.

• ¿Cómo quiero que me recuerden si mañana no estoy?
• ¿Qué quiero recordar si es el otro el que no está?

Tener esta idea de impermanencia en la cabeza, nos ayudará a tener más paciencia, más compasión hacia los demás, pero sobre todo nos ayudará a ser nosotros mismos dejando las ideas egoístas de lado ( la queja, el victimismo, la crítica o el querer tener razón razón) y presentándonos a los demás con nuestras ganas de vivir bien y felices.

"Lo más temerario que podemos pensar es que tenemos tiempo"