Quejarse es parte del problema

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Estarse quejando anula la proactividad para encontrar la solución.

Preferimos quejarnos porque una situación no ha salido como nosotros queremos, al hecho de plantearnos qué podemos hacer con esta nueva situación para transformarla en algo beneficioso para nosotros.

Por eso dura un problema, porque nos entretenemos en las quejas, nos regodeamos en la situación.

Pero es bastante normal si entendemos que la mayor parte de las veces nos cuesta mucho tomar decisiones debido a que no tenemos la certeza de que la decisión que tomemos vaya a ser la correcta y entonces ante la duda, preferimos no hacer.

Toda nuestra educación se basa en evitar el error, la evitación del dolor. Equivocarte es malo, si suspendes en tus estudios, en cierto modo, es porque hay algo en lo que te has equivocado, has metido la pata, has cometido un error. Cada vez que tomas una mala decisión, tus padres, tus profesores, tu entorno te penaliza de alguna manera y eso duele, por eso está tan mal visto el error y por eso nadie quiere equivocarse.

Sin embargo y esta es la paradoja, en la vida real, las empresas quieren a personas que tomen decisiones y que también puedan asumir que se han equivocado.

La gente más querida es la gente más humana, aquella que muestra que se puede equivocar y que no pasa nada. Un empresario prefiere alguien decidido aun con la posibilidad de que se pueda equivocar, a alguien que esté consultándole constantemente. Si tiene que consultarme continuamente soy yo quien acabo haciendo el trabajo así que, ¿para qué lo necesito?

Un médico que tiene que salvar con urgencia una vida no puede perder el tiempo en buscar tener toda la información, actuará para salvar de la mejor manera posible y en base a las circunstancias que haya en ese momento. Cuando se presenta el amor de tu vida, no puedes esperar a sentirte más seguro otro día, porque probablemente perderás tu oportunidad. La idea es que la realidad es hueca y está esperando que la rellenemos con nuestras decisiones, pueden darse todas las realidades que nos imaginemos, pero para que algo ocurra, tendremos que tomar una decisión, eso marca la diferencia, si no nunca ocurrirá y formará parte de nuestra imaginación, se habrá quedado en un mero pensamiento.

Como decimos en algunas de nuestras formaciones:

"No hay que temer la toma de decisión.

En la vida se gana o se aprende".