¿Sabes detectar una emoción?

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Cada emoción tiene una respuesta corporal con la que identificarla.

Hecho, pensamiento, emoción, respuesta, siempre es la misma secuencia.


1.- Ocurre algo


Esto que ocurre pertenece a una realidad totalmente neutra. Es lo que es y ya está. Un hecho que no podemos modificar y por tanto, sobre el que no tenemos poder de acción.


2.- Pensamos en base a eso que nos ha ocurrido


Lo que pensamos no deja de ser un juicio de valor que hacemos a través de una dualidad lo que es bueno para mi o lo que es malo para mí. El problema es que aquí es donde nos podemos perder, porque un juicio de por sí ya es subjetivo, y la realidad completamente objetiva siempre está ahí para que aprendas algo, te guste o no te guste. La realidad está ahí para que te des cuenta que seguramente sobre aquellas cosas que consideras que no son buenas para ti quizá lo que se esconde es que existe un trabajo por hacer, aunque nos cueste reconocer cual es ese trabajo.


3.- Aparece la emoción.


La emoción que sintamos será placentera o displacentera según nos favorezcan o no las condiciones que ponemos a los hechos ocurridos. A pensamientos buenos, emoción placentera, a pensamientos malos emoción displacentera


4.- Generamos una respuesta en forma de acción con una gestualidad determinada.


Aquí es donde se da una particularidad: antes de que uno mismo sea consciente de en qué emoción está, su cuerpo ya está reaccionando en función de si la emoción es agradable o desagradable.

Van a aparecer una serie de gestos, que pueden incluso desencadenarse en forma de secuencia, que van a dejar claro al observador en qué emoción se ha metido


Debemos tener en cuenta que cada emoción provoca una plataforma de acción y en base a esa plataforma de acción, y sobre todo en función de su intensidad, la gestualidad será más o menos visible, pero siempre la habrá. Incluso en aquellos países menos propensos a la exteriorización.


¿Motivo?


Estos gestos son inconscientes, de modo que no son controlables (nuestro cerebro límbico es el responsable). En el mejor de los casos son semiconscientes, es decir, la persona puede ser consciente de que está realizando algún gesto justo en el momento en el que los está realizando pero lo normal es la falta de consciencia.


Todo esto lo vamos a poder percibir a través del movimiento, en modo de balanceo corporal, microemociones en la cara, micropicores, etcétera ... A más intensidad de emoción, más movimiento y da igual si producen placer o no, que las podremos observar.


La persona no necesitará hablar, un observador preparado es capaz de ver y sentir la emoción del otro, y de ese modo ayudar o reaccionar de la manera más adecuada, modulando incluso la respuesta verbal.


¿Te imaginas? ¿Cuántos líos habrías evitado si hubieses sido capaz de detectar la emoción del otro ante lo que estabas planteando, proponiendo, planificando...? Pues nunca es tarde...