Todos tenemos un tarita que puede o no ser visible a los ojos.
La vida es maravillosa y nosotros somos únicos. Somos tan únicos que venimos cada uno de nosotros con una “tarita”.
El ser humano vive en un mundo donde ha creado la dualidad, tiene que etiquetar absolutamente todo en base a si es algo le beneficia o conviene, entonces será bueno, o si es algo que no le beneficia y entonces será malo. Todas sus emociones se basarán en ello, en como interprete desde esa dualidad.
Si a esto le sumamos la “tarita” pues sinceramente estamos condenados a pasarlo mal.
Esta “tarita” es la base de nuestro perfil de personalidad, es como si cada uno de nosotros tuviese unas gafas que filtran la realidad de un color diferente y hacen que no veamos la realidad tal y como es sino como nosotros somos. Esta circunstancia unida a lo anterior… Resumen, cada uno percibe la realidad diferente ante un mismo hecho y luego la etiquetamos en base a si es conveniente para nosotros o no.
Cuando damos formaciones tanto a particulares como a empresas, trabajamos sobre ambas circunstancias y sobre un principio fundamental “comprender y no juzgar”.
Seguro que te resulta muy fácil comprender que a una persona que tiene un problema de visión le pueda costar más ver o enfocar algo; o que alguien con un problema de cojera pueda tener dificultad para poder hacer un recorrido con rapidez. Es algo que puedes ver y por tanto, te resulta más fácil empatizar. Pero las taritas de las que hablamos no son tan visibles, te es más complicado empatizar con algo que se escapa a tu percepción y exige mayor compromiso de trabajo, por lo que te va a ser más fácil juzgar, al contrario del supuesto anterior.
Se te olvida que tú, que todos nosotros, también tenemos nuestra tara y que es imperceptible para nosotros mismos, pero no para los demás, por lo que probablemente también seremos juzgados.
Cuando hablamos de comprender, no hablamos de empatía, esa palabra tan mal usada, confundida generalmente con la simpatía o simpatizar (sentir lo mismo que el otro) sino que hablamos de compasión, otra palabra con muy mala prensa porque se suele confundir con el hecho de tener pena por el otro cuando lo que realmente significa la compasión es comprender por qué el otro sufre o porque actúa como lo hace. No es justificarlo, es entenderlo y de esa manera resulta mucho más fácil no juzgarlo.
En todas nuestras formaciones, esto se convierte en objetivo principal: que cada uno se conozca, que sea consciente de su tarita, no para poder justificarse, sino para que sea consciente de ella y poder ponerse en manos a la obra para trabajarla, prestarse atención y modificarla para crecer; y por otro lado, que sea capaz de reconocer la tarita del otro no para juzgarla, sino para poder comprenderle y tener herramientas para mejorar la comunicación, ayudándole incluso a que pueda ir eliminándola.
Con todo ello no solo se mejora a nivel personal, sino que mejora el ambiente relacional, familiar, laboral y se consigue que cada uno de nosotros vaya en una misma dirección comunicándose de la manera correcta y con un objetivo claro, definido y común.
Lo de la dualidad bueno o malo también se trabaja, en un próximo artículo entraremos en ello.
Muchas personas, muchas empresas ya han confiado en nosotros.
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