La mente discursiva y nuestra capacidad para reconducirla adecuadamente
Entrar en bucle en torno a un determinado pensamiento es algo más común de lo que muchas veces nos gustaría reconocer.
Quedarse anclado en una cosa y pasarte el día dándole vueltas, incluso cuando tienes la certeza de que nada puedes hacer al respecto y que la solución o el resultado no depende de ti o de nada que puedas hacer.
Las personas que buscan tener control de las cosas caen continuamente en este tipo de circunstancia, pero no solo ellas. Aquellos que necesitan entender las cosas o conocer el resultado porque no toleran la incertidumbre; aquellos que son más susceptibles al juicio o la crítica; aquellos que necesitan más aprobación externa, se verán reflejados en esta circunstancia:
Un pensamiento que no te puedes sacar de la cabeza, repetitivo, que te va generando más y más malestar, ansiedad incluso angustia.
No hay como recibir una llamada a última hora de la noche de alguien que nos dice:
· Mañana tienes reunión con recursos humanos…
· Voy a llevar a tu padre a urgencias, pero no te preocupes con lo que sea te llamo…
· He me notado un bulto en el pecho, mañana voy al médico…
· Las cifras que me pasaste no cuadran, mañana hablamos…
· Se ha inundado el pabellón a ver mañana…
Es aquí cuando nuestra mente en su afán de ayudar comienza a dar respuesta a todas las incógnitas que quedan en el aire.
Y es que no nos damos cuenta de que estamos planteando tantas preguntas inconscientes en nuestra cabeza, que nuestra mente discursiva tiene que darlas respuesta, y es eso lo que va a hacer que nos quedemos anclados en una circunstancia.
Recordar una cuestión importante:
“La mente tiene la necesidad de poner siempre un final”
Es aquí donde tenemos que aprender a reconducir y centrar todos esos pensamientos. Para ello es importante tener en cuenta la diferencia entre pensamiento y reflexión
PENSAMIENTO: conjunto de ideas que surgen de nuestra mente en las que no existe ningún tipo de iniciativa por nuestra parte. Surgen solos, fruto de la función principal de la mente que es esa, crearlos.
REFLEXIÓN: La reflexión por su parte, es la dirección que doy al pensamiento. Aquí sí que hay intención, aquí es donde actúo, y aquí es donde puedo salir de ese bucle puesto que la reflexión implica que me doy cuenta, cojo el pensamiento y lo direcciono hacia donde más me beneficia.
Cuando esa llamada de los ejemplos anteriores se produce y uso la capacidad de reflexionar, comienzo a darme las explicaciones objetivas respecto a lo que puedo y no puedo hacer en ese momento para usarlo en mi propio beneficio.
Razono conmigo mismo para relativizar, comprender y calmar la posible intranquilidad.
Nuestra mente es muy mala ama pero muy buena criada. Tan sólo está esperando que entres a hacerte cargo de la situación, cojas las riendas y decidas.