Somos creadores de nuestra realidad

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Profecía autocumplida. Somos creadores de nuestra realidad.

Te has levantado por la mañana y siguiendo la rutina habitual te duchas, te vistes, desayunas y montas en el coche dirección a tu trabajo. 

Apenas llevas a recorridos 10 km de autovía. Cuando ves luces con señales de obra el trafico se va ralentizando porque  han reducido los carriles a un solo carril  finalmente, fuera de toda previsión, os van sacando de la autovía.

Están asfaltando y entonces un pensamiento te viene a la cabeza: “ ¡Pues sí que empiezas bien la mañana! “

Te metes de lleno en el tráfico, tienes que ir por la general y atravesar una serie de pueblos, antes de poder volver a salir a la tan anhelada vía rápida. 

Al atravesar el primer pueblo el semáforo va cambiando de color y cuando llegas a su altura se pone rojo. De nuevo te invade un nuevo pensamiento: “ Claro, no podía ser de otra forma, me van a tocar todos “. 

Y a modo de profecía auto cumplida, al ir tan lento el tráfico, tienes que parar en cada uno de los semáforos que te encuentras. 

Por fin, sales a la autovía, miras el reloj del coche y has perdido casi un cuarto de hora vas más tarde de lo que es habitual por lo que  va a ser casi imposible llegar a la hora, así que pisas un poco el acelerador para ganarle minutos a la carretera, vas más rápido de lo normal.

Al llegar a tu destino comienzas a buscar sitio para aparcar, la cosa está complicada y mientras piensas en el día de “ mierda “ que estás teniendo te vas poniendo nerviosa, resoplas, tus movimientos son más tensos y te metes en una emoción que no te beneficia en absoluto. 

Por fin aparcas pero esos minutos que has perdido en el trayecto, lógicamente, hacen que no estén disponibles los huecos habituales y tienes que alejarte muchísimo del punto de trabajo, lo cual repercute en tu estado de ánimo, te enervas sobremanera y se nota en tu forma de caminar. 

Así comienzas tu jornada laboral, enfadado y diciendo a todo el mundo que quiere escucharte que el día de hoy es una “ mierda “. 

¡Hay que ver cómo juegan con nosotros las expectativas!

La cantidad de cosas que esperamos que no sucedan y que nos pasan. 

Otra cosa curiosa,   tenemos una forma de percibir el mundo como si tuviésemos un enemigo y se pasara la vida planificando cuál va a ser la próxima fechoría contra nosotros. 

Nos olvidamos de toda la gente que ha salido de la autovía y nos centramos solo en nosotros, a los demás no les han sacado, ni han pillado los semáforos, ni han llegado más tarde al trabajo con el consecuente problema de la dificultad para aparcar.

Vigila tu forma de hablarte, las cosas pasan, no “ te“ pasan.

Tu forma de hablar, determina tu forma de pensar, tu forma de pensar, determinará tu emoción.

Una vez más, tú decides.