Todo cambia

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Todo cambia y cambia más rápido cuando te das cuenta. Apegarse a emociones te saca del aquí y del ahora.

Martes 7h00, te levantas y ¡zas! lo primero que oyes es una mala noticia que te afecta personalmente.


Inmediatamente tu cabeza empieza a darle vueltas y más vueltas, comienzas a imaginar innumerables situaciones que te llevan a sentir emociones displacenteras.


Mientras observas y te dejas llevar por todo esto que ocurre en tu cabeza, dejas de ver el dibujo que tu hijo te ha dejado sobre la mesa de las llaves para que te lo puedas llevar al trabajo. Cuando tu hijo se levanta a la mañana y sigue viendo el dibujo donde lo dejó la tarde anterior, la decepción lo invade al sentir que seguramente el dibujo no ha estado a la altura y no te ha gustado.


Te vas al trabajo sin despedirte de tu mujer, se te ha olvidado. Estás tan centrado en la noticia que te ha despertado de golpe que no te has dado ni cuenta. Y es que en cierto modo damos por sentado que hay acciones que no son de tanta importancia puesto que al día siguiente las podemos recuperar y volver a hacer ¿verdad?


Caminas como un robot sumido en tus pensamientos, pasando por delante de un par de tiendas que tienen en oferta el mega juguete de las navidades que tanto te está costando encontrar y que tu hijo no deja de pedir y desear. Pierdes la oportunidad de cogerlo, pero es que la noticia de esta mañana te tiene tan absorbido el cerebro...


Caminas entre luces de navidad a las que no prestas atención, gente que te saluda y sonríe y de la que no te das ni cuenta y no por maleducado, sino porque esa noticia te ha sacado del aquí y del ahora.


¿Cuántas veces pasa esto?


Vivimos en una línea temporal, sentimos miedo y nos apegamos a él.


Sólo dejamos de hacerlo cuando nos damos cuenta de que nada es permanente. No hay nada en el universo, nada, que sea permanente, todo cambia. Sí, también esa mala noticia con la que te has levantado.

Pensar que una circunstancia va a perdurar en el tiempo te aleja de la realidad, del aquí y del ahora, de tus seres queridos y de de tu propia existencia.


Cuando aceptas que nada es permanente, aprovechas cada ocasión y cuando la situación no es agradable, fluyes buscando la solución hasta salir de ella.


Nada es permanente, todo cambia y cambia más rápido si te das cuenta.