En qué te fijas. ¿Te alejas del dolor o te acercas al placer?

A lo largo de nuestra vida hay algo que no dejamos nunca de hacer, no paramos de tomar decisiones.

Cada experiencia que tenemos también nos lleva la disyuntiva de decidir. Decidimos cómo la interpretamos y en base a ello nuestra experiencia puede ser interpretada como MEJOR o PEOR.

Lo que ocurre la mayoría de las veces es que no somos conscientes de que siempre tenemos esa oportunidad de elegir y basándonos en esa tendencia tan propia del ser humano a evitar el dolor,  decidimos alejarnos del él, de todas aquellas cosas que de alguna forma podamos interpretar que forman parte de PEOR,  y lo hacemos de una forma automática e inconsciente.

Nuestra habilidad para crear expectativas también influye, y mucho. A mayores expectativas, más dificultades tenemos para percibir la realidad tal y como es, más fácilmente tenemos preparado el juicio y por tanto, no hay posibilidades de decidir porque de alguna forma la decisión está tomada. Todo lo que me aleje de lo que yo esperaba es malo, y no le doy la más mínima oportunidad. 

Cuando tienes expectativas ya has decidido.

Sin embargo, el ser humano puede ser flexible y puede adaptarse a las circunstancias, y aunque suene a película infantil ¿por qué no buscar lo bueno en lo que está pasando y romper la inercia de centrarnos en lo malo?

Que está lloviendo y ya no vas a poder hacer la acampada que tú esperabas ¿Por qué no haces la acampada en casa? No duermas en la cama, mueve los muebles y pon las esterillas en el suelo del salón, olvídate de la tele y recrea en casa todo lo que tenías previsto.

¿Te han detectado un problema de salud? Pues ya estás más cerca de la solución.

¿Te han hecho un mal corte de pelo? Ya sabes dos cosas, lo que no te sienta bien y donde no tienes que ir a cortarte el pelo.

Al final las decisiones que tomamos marcan las emociones que tenemos y tú decides qué quieres sentir, nadie más.

Aquí solo estamos de paso, así que una vez más, tú decides.