un gesto vale más que mil palabras

blog image

Separar la emoción de la gestualidad es IMPOSIBLE.


Cuando nos metemos en una emoción, nuestros gestos van siempre acorde con ella. Da igual que se trate de una emoción placentera que de una displacentera, cada una de ellas tendrá unos gestos añadidos.


Algunos de estos gestos serán totalmente inconscientes, como el hecho de que un ojo reduzca su tamaño o lo aumente



Otros serán gestos semiconscientes, empiezan siendo inconscientes para finalmente acabar dándonos cuenta de que hemos realizado el gesto.



Y estos gestos aparecen siempre.


De hecho, cuanto más nos obcequemos en ocultar una emoción, más marcados aparecerán.


Es como una broma de la naturaleza que nos recuerda la importancia de poder comunicar cómo nos sentimos, porque queramos o no el cuerpo si no, lo hará.


En definitiva, cuanto más verdadero seas menos gestos haces y de hecho todos esos gestos serán totalmente congruentes con lo que estés comunicando y no llamarán la atención.


Nuestro cuerpo queda grabado por nuestras vivencias. Así como nos hayamos emocionado, así queda marcado para que el resto pueda leerlo.


Tu cuerpo dice lo que tu boca calla.