Y llegó la Navidad

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Y con ella llegan muchas expectativas, ¡cuidado!

-¡Es Navidad!- piensa mientras decora el árbol, espumillón aquí, bola ya, soldadito de madera aquí abajo...


Lleva dos semanas ambientando la casa y no falta detalle, luces intermitentes efecto nieve, pueblo navideño completamente encendido y con todos sus patinadores en acción, muñecos de nieve de corcho sonriendo como si el deshielo no fuera a llegar nunca, renos, Papá Noel, innumerables duendes de todos los colores y tamaños...


La casa parece sacada de una revista de decoración. Y hoy día de Nochebuena se aseguran de que todo esté como tiene que estar, no vaya a ser que alguna de las figuras haya tomado vida y se haya movido.-


¡Todo bien!


Se pone a preparar la cena, prepara el jamón y lo pone con delicadeza sobre uno de los "elegidos", esos platos que guardamos para ocasiones especiales. Lo mismo pasa con el paté, las cestitas de mollejas de cordero a las que tendrá que dar un golpe de calor antes de servir. Pone los langostinos cocidos en una fuente y sirve la mayonesa en una salsera. Prepara el primer plato, sopa de pescado, la prueba y está exquisita.

Mira el reloj y el tiempo se le echa encima, así que se pone rápidamente con las cocochas de bacalao y deja preparado el chuletón para su preparación en el último momento.


Mientras está preparando el postre, los primeros invitados hacen su aparición, sin mención alguna a la decoración de la casa. Único comentario: ¡Todavía estás así!


Termina de hacer el postre, un milhojas de crema con yema tostada y en ese momento llega al resto de los invitados, que le acusa de ser poco previsor.


Sube a cambiarse y cuando baja todo ha cambiado, se han movido objetos, han empezado a picar y a beber, como si el anfitrión no importara.


Una sensación de agobio le invade hasta que se da cuenta de que estaba esperando un tipo de comportamiento, estaba teniendo expectativas.


Se había imaginado como iban a ocurrir las cosas y no tenía nada que ver con lo que estaba pasando.


En cuanto se dio cuenta, el agobio y esa emoción en la que se había metido desaparecieron. En cuanto se dio cuenta y se puso en primer lugar entendiendo que la decoración, la cena, no lo hacía por ellos, sino por el hecho de que le apasionaba la Navidad , todo cambio.


Cuando te preocupas más de los demás que de ti mismo, tu autoestima baja, al igual que cuando necesitas de la aprobación de los demás.


Esta vez se había dado cuenta, se acordó de lo que le comentaron en una ocasión, de cómo en ocasiones percibimos la realidad a través de esas gafas con forma de persiana que se pueden comprar en las ferias, haciendo que todo lo que vemos y sentimos esté totalmente condicionado.