¿DONDE RESIDE LA EFICIENCIA?

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El término eficiencia puede ser malinterpretado subjetivamente

La eficiencia no es más que la capacidad de desarrollar una labor con el mínimo posible de recursos. 

Quizá la confusión radique en esta definición.

Ser eficientes, pues, puede haberse confundido con no exceder una cantidad de  tiempo, con no depender de otras personas, o con economizar en el gasto de recursos disponibles.

Así malinterpretaremos la eficiencia y nos volveremos personas intransigentes con aquellos que malgasten el tiempo, pregunten en caso de necesidad o tiendan a perfeccionar su trabajo haciendo un uso determinado de los recursos a su alcance,  siempre desde el punto de vista totalmente subjetivo del observador que es el que interpreta cada una de las circunstancias.

Ser eficiente y productivo en el trabajo es una labor de equipo, un acompañamiento en el desarrollo de las necesidades particulares en las que cada miembro se siente libre para expresar sus necesidades, en caso de que las haya; o para exponer sus puntos de vista sin sentir el filo de la espada sobre su cabeza; o simplemente para compartir una opinión sin juicios revoloteadores.

La eficiencia en la empresa no es sólo una cuestión personal, es una cuestión de grupo, porque el grupo cuando existe asertividad y empatía servirá de guía para reconducir comportamientos, reenfocar situaciones y dirimir con el uso correcto de las habilidades sociales y comunicacionales cualquier malentendido.

¿Por qué nos empeñamos en hacer de nuestro centro de trabajo un lugar de batalla?

Aquel donde esperamos que los demás aguanten nuestras circunstancias personales (porque las tenemos), que las entiendan y respeten cuando no tienen ni la más mínima información al respecto.

¡Cuidado! 

No estoy diciendo que no podamos tener un mal día y que éste se traslade a nuestro medio laboral, lo que estoy diciendo es que tendremos que ser conscientes de nuestras circunstancias para que éstas afecten lo mínimo posible al desempeño del trabajo, y es aquí donde el grupo será un apoyo importante siempre y cuando la persona sea lo suficientemente honesta y asertiva para hacer entender que quizá hoy necesite de un poco de acompañamiento.

De esto trata la gestión emocional y en la Escuela Española de Gestesia lo complementamos con la Inteligencia No Verbal, esa que nos ayuda a entender la gestualidad del otro cuando esa persona no tiene la capacidad para expresar qué le pasa, aunque tan sólo se trate de un mal día.

Pequeños gestos nos pueden informar de las dificultades de un compañero en el desempeño de una tarea antes incluso de que llegue a verbalizarlo, y si somos buenos observadores y lectores de esa gestualidad podremos generar acciones enfocadas a una mejor comunicación desde el respeto y la empatía.

 

Lo que no se dice… también se comunica

¿Te apetece aprender a descifrarlo?