ERES UN ADICTO

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Cuando querer se confunde con necesidad comienza la adicción

¿Sientes que necesitas comprar tu felicidad? 

Entonces querido lector no eres más que un adicto más.  

Esto que expongo con tanta contundencia puede sonarte un tanto dramático, pero déjame que me explique.

Tenemos una mala relación con la palabra adicción y en cierto modo todos somos adictos, unos más que otros, y es que nuestra sociedad de consumo nos conduce a ello. 

Déjame que te haga una pregunta:

¿Existen situaciones en las que inevitablemente se cruza un pensamiento en tu cabeza y tienes que dejar de hacer eso que estabas haciendo para cumplir con lo que acaba de aparecer?

Da igual que sea un olvido respecto a recoger algo, la necesidad de comer alguna cosa o beber algo, encender la tele, poner música, mirar el móvil…

Cuando no eres capaz de concentrarte en algo durante un tiempo o reconducir tu pensamiento, es indicativo de que empiezas a tener una adicción.

Hemos confundido felicidad con alegría, bueno, de hecho han conseguido que confundamos felicidad con alegría, porque a nuestra sociedad de consumo le interesa eso, que consumamos, que quieras comprar aquello que crees que te hace feliz aunque una vez lo consigues la sensación de vacío regresa y vuelves a crearte una nueva necesidad que satisfaga tu emoción de displacer.

¿Te das cuenta?

Nos hemos convertido en mercaderes emocionales en busca de la piedra mágica que nos llene de plenitud, y mientras buscamos fuera de nosotros nos olvidamos de buscar dentro de nosotros para darnos lo que realmente necesitamos: espacio, calma, quietud, observación, conexión interna, cuidado físico y emocional.

Te estoy viendo….

Leyendo esto con cara de incredulidad o gesto despreciativo.

¿Cómo puede ser que esto sea realmente la felicidad?

Estás en todo tu derecho de no creerme, pero si leyendo lo anterior te has sentido identificado, si sientes que sólo tienes momentos felices, analiza un poco. 

¿Esos momentos vinieron cuando tuve la necesidad de disfrutar de una experiencia, de unas palabras, de una compañía?

¿Después de ese momento te sentiste profundamente insatisfecho y con ganas de más?

¿Te mueve el impulso de buscar estímulos de algún tipo en el exterior?

¿Te cuesta estar solo?

¿Sabes disfrutar del silencio?

Siento decirte que, si has contestado afirmativamente a alguna de estas preguntas, empiezas a estar al pie de la adicción.

Cuando querer se confunde con necesidad la adicción está empezando a llamar a la puerta.