El reino de la Felicidad (Parte II)

blog image

El problema de asociar felicidad con el hecho de tener cosas.

En el artículo de la semana pasada os hablaba de Bután y de la importancia que le dan a pensar en la muerte para ser más felices puesto que ayuda a apreciar el mero hecho de vivir, de estar. Meditar sobre la muerte, os decía, hace que te preocupes por lo realmente importante, hacer, perdonar, amar, besar, abrazar, disfrutar, viajar, conocer, sentir... Te preocupas de vivir, éste es realmente nuestro verdadero lujo y una de las claves para ser más felices.


La cuestión es que en Occidente asociamos la felicidad más con el hecho de tener que con el hecho de ser.


Cuando somos pequeños prácticamente todos somos felices puesto que sólo tenemos dos necesidades y las tenemos cubiertas,: comer y amor, en resumen, tenemos atención.


Según crecemos estas necesidades aumentan pero nuestra mente no olvida que hemos sido felices y es así como comienza una"carrera" de fondo donde buscamos llenar con el exterior el vacío que sentimos en el interior.


Esta es una cuestión que vemos muy a menudo en nuestros procesos de inteligencia emocional Uno a Uno.


Los medios publicitarios colaboran en esta dinámica y nos confunden también con la idea de que la felicidad tiene que ver con la alegría, lanzándonos hacia un consumismo que nunca termina de saciarnos pero que nos alivia durante un rato. Es así como la dopamina actúa, segregando este neurotransmisor nos introducimos en un estado de "bienestar" de "placer" del que nuestra mente no quiere salir y cuando lo hacemos sentimos la necesidad de seguir consumiendo para cual drogadicto volver a ese estado de pseudo-bienestar.


Todos hemos oído la frase "no es más feliz aquel que más tiene sino el que menos necesita" y probablemente nos ha podido rechinar porque parece una frase hecha para resignados, para conformistas. Pero la verdad es que en cierto modo tiene razón, la necesidad genera desazón porque hasta que no consigues aquello que deseas estás en frustración, tu deseo está totalmente enfocado en una dirección y sólo cuando lo consigues parece que llega la alegría para después volver a empezar.


Ejemplo de ello tenemos miles y cada uno lo podrá llevar a sus propios intereses. Necesito un abrigo, veo uno que me llama la atención y trabajo hasta conseguirlo lo que me sumerge en un estado de alegría que en cuanto me haya puesto dos veces el abrigo desaparecerá puesto que la necesidad estará en acceder a otra prenda, conjunto, o accesorio... Puedes tener un buen coche, una buena casa... pero estás pensando cuál va a ser la siguiente...


La felicidad nada tiene que ver con la alegría, tiene que ver más con la calma.

La felicidad es más el estado que queda cuando te das cuenta de que no necesitas nada más, cuando te das cuenta de que no falta nada en tu vida.


Os propongo un ejercicio

Revisa tus necesidades y transforma tus deseos en objetivos.


Que ¿cuál es la diferencia?


El deseo viene generado por un apego que a su vez crea la necesidad, los objetivos son metas hacia las que nos dirigimos sin expectativas mientras disfrutamos del camino, no existe apego al resultado tan sólo ganas de avanzar y seguir mejorando.


Ejemplo: si me pongo como objetivo tener el carnet de conducir, daré los pasos necesarios para hacerlo posible, pero sin apego al resultado. Si lo que me propongo es aprobar el examen a la primera lo que habré generado es una expectativa, un apego. Habré convertido el objetivo en deseo.