Filosofía de vida

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La importancia de calmar la mente y ajustar las emociones para que sean pertinentes.

Filosofía de vida 


"La emoción decide y la razón justifica"


Esta famosa frase es la que a día de hoy nos explica cómo funciona el cerebro de las personas.


En el pasado, con el estudio de la filosofía, el ser humano buscaba una forma de vida y muy pronto se dieron cuenta de que la mente es como una montaña rusa que nos sube y nos baja a su antojo haciendo que no tomemos siempre la mejor decisión.

Occidentales y orientales demuestran a lo largo de la historia su preocupación por el tema y elaboran toda una extensa gama de herramientas que cualquier persona puede utilizar para no ser esclavo de la emoción.

No es que rechazarán la emoción, no era ese el caso, lo que buscaban es que la emoción fuera acorde con la situación ocurrida, en el espacio temporal ocurrido, para de esa forma poder poder actuar en consecuencia.

Cínicos, epicúreoos, hedonistas, estoicos, budistas, hinduistas, cristianos y un largo etc buscaron lo mismo.


Poder calmar la mente, poder ajustar la emoción.


En nuestros días, este interés pasa desapercibido.


En una era en la que el consumo es base de una forma de vida, tener la capacidad de darse cuenta de que no necesitas algo que te quieren vender y ser capaz de vencer esa emoción, ese impulso que te viene, no sería bueno para la economía. Al igual que desde un punto de vista político tener la capacidad para discernir lo conveniente eliminando la emoción no es lo que interesa a esas mismas clases políticas.


Esta falta de control sobre las emociones hace que aparezcan los micro picores.


Cuando las emociones nos atraviesan y nos perturban pueden aparecer reacciones emocionales que podemos ver en modo de picores muy breves.

Nos rascamos porque “algo” nos pica.

Cuando tenemos momentos de cierre el cuerpo humano reacciona muy a menudo con vasodilatación que es debida a una modificación electrodermal y a la secreción de catecolaminas. Por eso, por un pequeño lapso de tiempo, podemos sentir pequeños picores en determinados lugares muy concretos de cara o cuerpo, haciendo visible nuestra emoción y lo que realmente pensamos en relación a aquello que nos ha provocado este picor.


No atender a nuestra mente, a nuestro pensamiento, nos hace esclavos de nuestras emociones y así es muy difícil poder tomar una decisión correcta.


Sólo si dejamos de “mirar” al exterior y comenzamos a prestar atención al interior lograremos tener una vida plena y feliz .

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