Lastima vs compasión

blog image

Existe una tendencia a confundir la palabra compasión con la palabra lástima

Vivimos constantemente haciendo juicios de valor, somos incapaces de quedarnos sin etiquetar la realidad: esto es bueno; malo; verdad; mentira... Y es por ello puede parecernos realmente complicado relacionarnos con otras personas.


Hay algunas emociones que nos resultan atractivas y provocan que nos acerquemos a las personas y otras que nos vuelven reactivos (reaccionantes). La reactividad surge de no poner en práctica una de las herramientas más poderosas que tenemos: LA COMPASIÓN.


Por cuestiones vivenciales existe una tendencia a confundir la palabra compasión con la palabra lástima.


La lástima aparece cuando sentimos pena por alguien, la compasión en cambio surge de la empatía, surge de sentir con la otra persona.


¿Y como sentir compasión?


La cuestión es que sólo podemos sentir compasión por otra persona cuando percibimos el sufrimiento que existe dentro de uno mismo. Cuando sentimos la insatisfacción, el sufrimiento en nosotros, entendemos que las otras personas pueden pasar por los mismos episodios y es ahí cuando podemos empezar a practicarla.


La compasión, como herramienta, nos permite mantener la calma cuando estamos con alguien que por ejemplo, está enfadado, si somos capaces de entender que esa persona que está enfadada sufre.

De hecho, ¿a quién le gusta estar enfadado? ¿cómo te quedas después de un enfado? Agotado, ¿verdad?


Pues cuando conseguimos ver a la persona como alguien que sufre, la situación, su emoción, no nos va a perturbar y con nuestra compasión vamos a realizar un acto altruista con el que le vamos a ayudar a salir de una emoción que no le aporta absolutamente nada.


Y tú qué practicas, la lástima o la compasión.