Reaccionamos a cómo nos hablan los demás pero no a nuestro diálogo interno
Cuántas veces te ha pasado lo de Ana.
Le llega un correo electrónico en el que la informan que pronto tendrá una reunión donde deberá hablar en público delante de los altos cargos de la empresa, presentar su proyecto y defenderlo.
A partir de ese instante, su mente discursiva comienza con una serie de catastróficos sucesos mientras ella intenta expresarse delante de todos esos jefes, tiene dificultades con la presentación, el proyector deja de funcionar, los jefes comienzan a bostezar…
Días y días de conversación, de diálogo interno que hace que no sea consciente de muchas de las cosas que suceden a su alrededor, muchas de ellas positivas y que la mantienen sumida en un pensamiento dañino que le lleva a vivir situaciones imaginarias terribles, en donde ella como protagonista no da pie con bola y que la llevan a sentir en el presente emociones desagradables, que no son pertinentes para lo que está sucediendo en la realidad.
Este diálogo interno genera ansiedad y aunque la ansiedad va muy ligada al miedo, no es lo mismo, ya que el miedo estaría justificado por una amenaza real, mientras que la ansiedad viene embarcada por una amenaza imaginaria.
Si a ti también te ha pasado, pregúntate:
· ¿Cómo te hablas?
· ¿qué es lo que sueles decirte?,
· ¿eres amable contigo mismo?
· ¿ te permites equivocarte?
· ¿eres excesivamente perfeccionista?
· ¿cómo está tu autoestima?
Contesta a todas estas preguntas y si las respuestas te llevan a pensar que no te perdonas una, el enemigo no está fuera, tan sólo reaccionas a cada una de las cosas que te dices.
Imagina por un instante que eso que te dices, te lo dijera alguien a quien consideras un amigo, o aún mejor, imagina que tu mejor amigo/amiga se pone delante de ti y comienza a decirle todas esas cosas que tú te dices.
¿Reaccionarías, verdad que sí? Y mejor no imaginar lo que le dirías.
Pues bien, el único problema es que cuando te lo dices tú, no eres consciente de ello y validas cada una de las cosas que te dices, por lo que no es extraño que no te atrevas, no lo hagas o incluso que te sabotees a ti mismo.
Saber cómo ser consciente, te da la oportunidad de cambiarlo.
Y tú, ¿te observas?